jueves, 20 de mayo de 2010

El arbol de manzanas


Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas.
Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope y él le daba sombra. Él amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.

Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: “¿Vienes a jugar conmigo?” pero el muchacho contestó “Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos”.

“Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero… Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes”. El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.

Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: “¿Vienes a jugar conmigo?” “No tengo tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?”… ” Lo siento, pero no tengo una casa, pero…tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa”. El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.

Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. ¿Vienes a jugar conmigo? le preguntó el árbol. El hombre contestó “Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?”. El árbol contestó: “Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz”. El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.

Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: “Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte ni siquiera manzanas”. El hombre replicó “No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar…Por ahora ya estoy viejo”. Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo, “Realmente no puedo darte nada…. la única cosa que me queda son mis raíces muertas”. Y el hombre contestó: “Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años”. “Bueno, las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa”.

El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas.

Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá… Cuando crecemos los dejamos …..sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas… No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices.

Tú puedes pensar que el muchacho es cruel contra el árbol, pero es así como nosotros tratamos a nuestros padres… Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón y su recuerdo te dé fuerza cuando estás cansado…

miércoles, 19 de mayo de 2010

El diablito !!!!


En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y decía
Dónde diablos la guitarra se quedó
Esa noche me di cuenta que el diablito se cayó
Se rompió la pierna izquierda y sin brazo se quedó
El diablito seguía bailando
En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y gritaba
Dónde diablos la guitarra se quedó
Su esposa lo buscaba, le gritaba dónde estás
El diablito se escondía y no hacía más que cantar
El diablito seguía bailando
En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y decía
Dónde diablos la guitarra se quedó
Sus hijitos lo buscaban, papi vamos a jugar
El diablito se escondía y no hacía más que roncar
El diablito seguía bailando
En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y decía
Dónde diablos la guitarra se quedó
Esa noche me di cuenta que el diablito se cayó
Se rompió la pierna izquierda y sin brazo se quedó
El diablito seguía bailando
En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y gritaba
Dónde diablos la guitarra se quedó
Su esposa lo buscaba, le gritaba dónde estás
El diablito se escondía y no hacía más que cantar
El diablito seguía bailando
En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y gritaba
Dónde diablos la guitarra se quedó
Sus hijitos lo buscaban, papi vamos a jugar
El diablito se escondía y no hacía más que roncar
El diablito seguía bailando
En una noche de luna debajo de la cama
Salió un diablito loco buscando una guitarra
Y bailaba y cantaba y se rascaba y decía
Dónde diablos la guitarra se quedó
El diablito dice dónde diablos la dejé

Si se pierde, no se encuentra

Cierto día salieron a pasear juntas por un lugar, donde se celebraba una hermosa fiesta, la Ciencia, la Fortuna, la Resignación y la Honradez.

En el camino dijo la Ciencia: Amigas, como puede darse el caso de que nos perdamos unas de otras en la fiesta, es bueno convenir el lugar donde podamos encontrarnos de nuevo: a mí podéis encontrarme en la Biblioteca de aquel sabio médico, el doctor X que, como sabéis, es uno de mis viejos y mejores amigos.

La Fortuna dijo: --Yo me iré a esperarlas en el lujoso palacio de aquel poderoso millonario a quien, como sabéis, siempre acompaño.

La Resignación dijo a su vez: --A mí me encontraréis en la pobre y triste choza de aquel viejecito a quien con tanta frecuencia veo, y quien, sin exhalar jamás una queja, ha vivido tantos años sufriendo los horrores de su negra suerte.

Como notasen las compañeras que la Honradez se mantenía callada, le preguntaron: --A ti, amiga, ¿dónde te encontraremos? La Honradez, bajando tristemente la frente, respondió: --A mí, quien una vez me pierde, difícilmente me vuelve a encontrar.--

La honradez es una perla de gran precio. O vale la pena extraviarla. Cualquier otra cosa podría perderse, pero jamás juegues con la honradez. La pierden muchos en la política, en los negocios, en los estudios o en la religión. Ella determinará el grado de credibilidad que tenremos en la vida.

La Joya Perdida

Cruzando el desierto, un viajero vio a un árabe sentado al pie de una palmera. A poca distancia reposaban sus caballos, pesadamente cargados con objetos de valor.
Aproximose muy preocupado. “¿Puedo ayudaros en algo?” —¡Ay! —respondió el árabe con tristeza—, estoy muy afligido porque acabo de perder la más preciosa de las joyas.
¿Qué joya era esa? —preguntó el viajero.
—Era una joya —le respondió su interlocutor— como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del tiempo. Adornábanla veinticuatro brillantes alrededor de los cuales se agrupaban sesenta más pequeños. Ya veis cómo tengo razón al decir que joya igual no podrá producirse jamás.
—A fe mía —dijo el viajero— vuestra joya debía ser preciosa. ¿Pero no creéis que con mucho dinero pueda hacerse otra análoga?
—La joya perdida —respondió el árabe, volviendo a quedar pensativo—, era un día: y un día que se pierde no vuelve a encontrarse jamás.
Esta es una gran verdad. No dejes que se pierda una hora en tu vida que podría ser muy productiva. Horas diarias pasadas frente a un televisor, o simplemente platicando con amigos sin que sean realmente productivas, es una joya perdida. Hoy invirtamos el mejor tiempo, primero con Dios, luego con la familia y en tercer lugar creciendo como personas.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La amabilidad no puede esperar

Piensa por un momento en aquellas especiales palabras que deseas expresar a alguien que ha sido particularmente amable contigo, o esa nota de estímulo que quieres escribir a un amigo que parece estar un poco desanimado. Tal vez debas realizar esos actos de amabilidad ahora mismo, porque nunca sabes cuándo podría ser demasiado tarde.

Al pensar en tomar acción respecto a nuestras intenciones de ser amables, podemos aprender de Charles R. Haynsworth Jr., un hombre de negocios que animó a sus empleados justo a tiempo.

Aunque él normalmente no firmaba los cheques de sus empleados, lo hizo en septiembre de 1994. Los que firmaban regularmente estaban fuera de la oficina, por lo que se hizo cargo de la tarea. Cuando firmó los cheques, el señor Haynsworth hizo el esfuerzo adicional de incluir una nota en cada uno, agradeciéndoles a sus empleados su servicio.

Al día siguiente, Charles Haynsworth murió repentinamente, pero no sin antes darles las gracias personalmente, por medio de aquellas notas, a cada miembro de su personal.

Tómate hoy el tiempo de escribir una nota de agradecimiento o de ser especialmente amable con alguien que amas. No esperes hasta que sea demasiado tarde para ser amable.